El origen de la celebración de la Semana Santa data del siglo XVI cuando los conquistadores españoles llegaron a América.
En Michoacán fueron los sacerdotes de la orden religiosa de San Francisco, quienes se establecieron en lo que hoy es Morelia y es allí en donde construyeron la primera ermita.
Los Franciscanos realizaron una labor evangelizadora en toda la región, especialmente en los alrededores del lago de Pátzcuaro y se establecieron en Tzintzuntzan, primera capital del señorío tarasco.
Durante el siglo XVI tanto los Franciscanos como los Agustinos edificaron sus templos y se dedicaron a inculcarle al pueblo tarasco toda la doctrina cristiana. Para realizar esta tarea, les enseñaban con grabados y pinturas traídos de España que mostraban pasajes bíblicos y con imágenes religiosas que poco a poco fueron imitadas por artesanos de la región.
Ritos y tradiciones surgidos de la mezcla entre el fervor europeo y el sentir del pueblo purépecha, enriquecen durante la Semana Santa la vasta relación de atractivos que el estado de Michoacán ofrece al visitante.
Además, la Semana Santa brinda la rara oportunidad de palpar la más íntima estructura del tejido social de pueblos y comunidades michoacanas, donde los hombres y mujeres que son “cargueros”, “semaneros” o miembros de los Concejos de Ancianos mantienen la cohesión de la etnia en torno a la herencia cultural.
Se suceden por todo el estado y particularmente en esta región, una serie de actividades que van de la elaboración de coloridos dulces, a las impactantes expresiones luctuosas que realizan feligreses encapuchados al caer la noche, conocidas como “procesiones del silencio”.
Las celebraciones religiosas se llevaban a cabo al aire libre porque los indígenas no estaban acostumbrados a entrar en los templos y para involucrarlos con la religión católica se realizaban los llamados «autos sacramentales», que eran dramatizaciones de pasajes bíblicos. Por esa razón, las iglesias tenían amplios espacios en el frente. Como ejemplo de este diseño están las iglesias de Tarimbaro y Tzintzuntzan, siendo la de Tzintzunrtzan la prime «capilla abierta» – como se les llamó- de América.
Estos espacios al aire libre dedicados a la evangelización de los pueblos indígenas fueron llamados atrios. En el centro de estos atrios se colocaba una cruz de piedra con elementos de la pasión de Cristo, pero nunca se colocaba a Cristo crucificado para evitar la imagen de la sangre.
Cada Semana Santa, la región Pátzcuaro te ofrece una extensa variedad de eventos culturales, artísticos y religiosos entro los que figuran la Procesión de Cristos de Pátzcuaro y los Altares de Dolores, tradicionales desde la época de la colonia.
Mención especial merece Tzintzuntzan, el viernes por la mañana podemos observar a los “penitentes”, que salen a pagar sus promesas al Señor del Santo Entierro, castigando sus tobillos con el peso de grilletes que se dicen originales de la conquista, traídos por los europeos para esclavizar, y actualmente son objetos rigurosamente custodiados que se usan para validar una practica de expiación y manifestación de la fe a través del sacrificio corporal.
Por todo el estado, en cada pueblo, ciudad o tenencia se realizan magníficas representaciones del Vía Crucis, se ofrece deliciosa comida tradicional de la temporada, se venden bellas artesanías y sobre todo se disfruta la hospitalidad de este pueblo.
Altar de Dolores
La conmemoración religiosa a la Virgen de los Dolores, es una tradición añeja que se remonta en nuestro país a la época de la conquista y que heredamos de las culturas del Viejo Mundo.
Sobre sus orígenes, Antonio García cubas, en el libro de Mis Recuerdos, comenta que por resolución del Sínodo provincial celebrado en Colonia en 1493, dos o tres semanas antes del sexto viernes de Cuaresma, fue consagrado a la Virgen como un tierno recuerdo a sus Dolores.
Desde entonces, esta conmemoración se realiza un Viernes antes de la Semana Santa, el llamado de Dolores, en el cual solían levantarse altares no sólo en las iglesias, sino también en los hogares devota y ricamente ornamentados.
Una descripción elocuente de los altares de Dolores es la que hace Mariano de Jesús Torres, en su libro Costumbres y Fiestas Morelianas del Pasado Inmediato: “El Viernes de Dolores todas las capillas se adornaban de una manera extraordinaria; macetas con flores exquisitas, pájaros cantadores, naranjas con banderitas de oro volador, festones de verdura, el pavimento regado con oloroso mastroanto, velas de cera también con banderitas, todo esto constituía el adorno; además el incienso esparcía su embriagante perfume, y el pito y el tambor tocaban esa sinfonía monótona y característica que se acostumbraba en esos días: en algunas capillas había música de cuerdas”.
“En las casas particulares ponían hermosos altares y la gente recorría el cementerio y las calles de la ciudad viéndolos y no faltaba donde obsequiaran a los concurrentes con enormes vasos de agua fresca y sabrosísima chicha”.
El motivo principal del Altar era la imagen de la Virgen, ya fuera escultura o pintura, elaborada por reconocidos maestros y artesanos; las primeras, manufacturadas con diversos materiales, ricamente vestidas de terciopelo morado o negro bordado con hilos de oro y plata y en el costado izquierdo, lugar del corazón, siete espaditas clavadas. En los lienzos se representaba a la Dolorosa con las manos juntas y lágrimas en sus ojos, vestidas también de negro o morado, sin faltar los siete puñales que simbolizaban sus Siete Dolores.
En Pátzcuaro es posible apreciar un elaborado altar en los portales de la presidencia municipal, además de en varias casa particulares han rescatado esta tradición.
Por otra parte, es importante señalar que el Altar de Dolores, como todas las conmemoraciones cristianas, tiene un profundo mensaje de enseñanza religiosa, a través de sus simbolismos y alegorías. Una interpretación de éste es la que referimos a continuación tomada de la conferencia ofrecida el 28 de marzo de 1997, por el Arq. Manuel González Galván, investigador y estudioso del arte y de la iconografía religiosa, quien hizo un análisis detallado de los elementos que conforman el Altar.
Como ya mencionamos, las imágenes de la Virgen se representaban con siete espadas clavadas en el corazón, que simbolizaban sus siete Dolores, y el número siete para el cristianismo significa infinitud, de tal manera que al hablar de los Siete Dolores de la Virgen se está diciendo que sufrió infinitamente. Estos son:
- El primero, narrado por San Lucas, en los Evangelios, quien al referir la vida de Cristo, comenta que cuando llevó la Virgen al Niño a presentar al templo, como la tradición judía lo manda, el anciano Simeón le profetizó: “su cuerpo será para la salvación o condenación de muchos pecadores y a ti una espada te atravesará el corazón para que se descubran los pensamientos de muchos corazones”.
- El segundo, la huida a Egipto, al ver a su hijo perseguido y tener que abandonar la Patria.
- El tercero, el Niño perdido y hallado en el templo, el dolor que significa para una madre perder a su hijo.
- El cuarto, cuando camino del calvario se lo encuentra cargado con la cruz y humillado.
- El quinto, la crucifixión y agonía de Cristo.
- El sexto, recibirlo muerto: la Piedad.
- El séptimo, el Sepulcro de Jesús.
Estos representan en la iconografía cristiana con siete espadas, las espadas de la profecía de Simeón y en los Altares de Dolores, con siete velas encendidas.
Característico de la temporada de Cuaresma y de los altares es el color morado, que vemos en las iglesias y en las representaciones del Vía Crucis; Cristo cargado con la cruz, en su pasión, lleva su túnica morada; a la Virgen de los Dolores la reconocemos por su túnica morada y el morado para la religión católica es sinónimo de penitencia; por ello a la Virgen se le viste de este color, señal de que está sufriendo.
En algunos altares la Dolorosa lleva manto blanco, símbolo de pureza; en otros el manto es azul que representa el matrimonio, y que quiere decir que es la madre que está sufriendo. Después de las tras de la tarde del Viernes Santo, la Virgen viste de negro, ya como la Virgen de la Soledad en señal de luto y alusión a la muerte de Jesús.
Una simbología muy profunda de los altares son los trigos germinados. Representan el cuerpo de Cristo, porque del trigo se hace el pan y de acuerdo a la fe, se recibe a Cristo en esta forma, en la Comunión. El color del trigo es amarillo y madura con el sol que también es amarillo y para que el trigo nazca amarillo se pone a germinar oculto, en lo obscuro. Alegóricamente, la religión con ello evoca el ocultamiento de la naturaleza divina de Cristo, que se manifiesta en su apariencia humana, como redentor, en su pasión y se le ponen a la Virgen para recordar que ella asistió a este misterio del sufrimiento, pasión y muerte de Cristo.
Las semillas, que según se dice son las que se llevan a bendecir para la siembra, junto con las frutas y verduras representan a la naturaleza; considerada una aportación nuestra a los Altares de Dolores, ya que si bien es cierto los europeos hacían algunas asociaciones de los alimentos con la religión, igualmente nuestros pueblos prehispánicos los relacionaban, baste recordar que en algunas culturas del México antiguo, el maíz era considerado carne de Dios y del hombre.
En este sentido también el cristianismo asocia a la naturaleza con el color verde que simboliza al campo dando frutos y al sacerdote quien administra los sacramentos para hacer florecer el espíritu.
En cuanto al laurel, sabemos que significa triunfo no solo en el sentido de la devoción, sino también en otros. En los altares es el triunfo sobre el dolor, el pecado y la muerte. La manzanilla fresca, que se utiliza como remedio para aliviar los dolores, es una medicina y su flor parecida a la margarita, rememora al sol.
Las manzanas y naranjas, como todos los elementos del altar tienen una alegoría intensa. Las primeras se identifican con el fruto prohibido, en la tradición Judea-Cristiana, con el pecado de Eva que cayó en tentación de comerlo. Las segundas evocan a la Virgen quien al contrario de Eva vence al pecado, al aceptar ser la madre de Cristo, admite todas las consecuencias: el sufrimiento, representada por una fruta acre.
En estas naranjas se clavan banderitas de oro y plata para indicar el triunfo de Cristo y de la Virgen sobre el pecado y el mal.
De las aguas de colores comentan algunos escritos, que aluden a las lágrimas de la virgen. Sin aseverar tal representación sí podemos afirmar que forman parte de la simbología que el catolicismo otorga a los colores y que en los altares brillan vivamente.
El Altar de Dolores, como vemos lleva implícito un profundo aprendizaje y un recuerdo devoto hacia ésta conmemoración, que penetró intensamente no sólo en el sentir de la gente, sino también en el pensamiento de los artistas quienes crearon bellas imágenes y lienzos, sonetos y cantos como el fragmento que a continuación compartimos; localizado por María Teresa Martínez Peñaloza, en un Septenario de 1793.
Canción Devota a la Virgen Santísima de los Dolores
Salve, mar de penas
Salve, triste Madre
Salve, fuerte pecho
Dolorido, Salve.
Oh roquel lloroso
Oh sentida Madre
Tus hijos te llaman
Gimiendo en el Valle
Salve mar
Oh afligida Aurora
Do irá que descanse
Tu memoria triste,
Por las crueldades
Salve mar
Oh siete Dolores!
Oh pecados nuestros
Oh penalidades!
Miércoles Santo
Una de las comunidades que conserva la celebración como la inculcaron los evangelizadores españoles a los antiguos habitantes de Michoacán es Tzintzuntzan, donde se edificó la primera capilla cristiana por orden de los frailes franciscanos que arribaron a estas tierras en 1525.
El Miércoles Santo en Tzintzuntzan salen los “espías”: grupos de encapuchados ataviados con un atuendo rojo y blanco, que mientras anuncian su presencia con un característico silbato, buscan al Nazareno por todas las calles del pueblo para apresarlo.
Su recorrido concluye al día siguiente, al visitar las casas donde se encuentran los antiguos Cristos de los Barrios, para invitar a sus moradores a participar en la procesión del Viernes Santo.
Aunque en diferentes días de la Semana Santa, Tlalpujahua y Pátzcuaro son las únicas dos poblaciones de Michoacán en donde se llevan a cabo procesiones de Cristos. En Pátzcuaro se realiza el viernes santo y en Tlalpujahua el miércoles.
Jueves Santo
Durante las tradiciones religiosas del Jueves Santo, se pueden apreciar imágenes religiosas de los siglos XVI al XVIII en las procesiones que se llevan a cabo en Tzintzuntzan, Pátzcuaro y Tlalpujahua, entre otros lugares.
En Tzintzuntzan, durante la mañana recorren las calles los personajes de Barrabás y Judas haciendo travesuras a los visitantes.
Pero la tradición más impactante es la de los “penitentes”. Son fieles devotos al Señor del Santo Entierro, una imagen de pasta de caña ubicada en el Templo de la Soledad.
Los penitentes de Tzintzuntzan son todos varones que realizan sus mandas a lo largo de la mañana y la noche, bajo reglas ya establecidas para cada horario. Durante la mañana consisten únicamente en pedir limosna, algunos lo hacen caminando y otros de rodillas. Más tarde salen quienes prometieron correr cargando pesadas cruces. Pero por la noche las mandas consisten en un largo recorrido alrededor del pueblo.
Lo impactante es que todos aquellos que realizan mandas llevan el rostro cubierto y el cuerpo cubierto solo con un cendal, además de infligirse diversos castigos físicos.
Sobresale entre los mandantes el uso de grilletes de hierro originales de la época de la conquista, que se llevan en los tobillos, a menudo con un lazo que va del travesaño de los hierros a las manos del penitente para ayudarse a cargarlos. Por sus características, los grilletes no permiten apoyar toda la planta del pie en el piso, obligando a los fieles a correr de puntas.
Además, los lazos pasan por sus partes nobles y hay quienes añaden a esto una “disciplina”, especie de fuete con clavos en las puntas para castigar sus espaldas en el trayecto.
Se dice que los grilletes pertenecieron a los antiguos conquistadores ibéricos, que los utilizaron para traer y controlar esclavos en la Nueva España.
Como las mandas solo se valen si se practican con los instrumentos originales y solo hay nueve, los últimos participantes deben esperar a que alguno de los primeros concluya su ruta de penitencia para tomar de él los grilletes y realizar su manda.
De manera simultánea, durante el día se realizan las representaciones de «la judea» con el Prendimiento de Cristo y los tribunales de Herodes y Pilato, mismos que concluyen con la condena de Cristo, para dar inicio al Vía Crucis que recorre las 14 estaciones alrededor del gran atrio parroquial, en el que también intervienen las imágenes de los personajes bíblicos.
El acto concluye con la Crucifixión y Muerte de Cristo y el Sermón de las Siete Palabras.
Cabe destacar que en la crucifixión se utiliza un Cristo de pasta de caña con goznes del siglo XVI, así como Dimas y Gestas, los dos ladrones, siendo el único lugar que conserva las figuras del Calvario de pasta de caña, como solía haber en las parroquias de la región en los inicios de la evangelización.
Al atardecer se lleva a cabo la Procesión del Santo Entierro, al que acompañan numerosas imágenes de personajes bíblicos y de Cristo, haciendo un recorrido por las principales calles de la población.
Ya en la noche inicia la velación del Santo Entierro, con rezos y cantos, mientras que todos los fieles acuden con velas encendidas.
En Pátzcuaro, además de “la judea”, por la noche se realiza la Procesión de Imágenes de Cristo, antiquísima tradición en la que participan numerosas comunidades de la ribera e islas del Lago.
Hombres y mujeres llevan los Cristos de diferentes tamaños mientras entonan saetas, antiguos cantos que forman parte de esta tradición.
Los Cristos son de pasta de caña, técnica realizada por manos indígenas desde antes de la conquista española para la elaboración de sus dioses y luego de la conquista, para la de vírgenes y santos.
Viernes Santo
Durante las ya tradicionales manifestaciones religiosas del Viernes Santo en Michoacán, destaca el uso de imágenes religiosas de los siglos XVI al XVIII en las procesiones que se llevan a cabo en Tzintzuntzan, Pátzcuaro en nuestra región.
No menos relevante es la muestra de fervor que tiene lugar en Tzintzuntzan, pues quizá sea este el punto más claro de diferencia entre las manifestaciones michoacanas y las que tiene lugar en el resto del país.
Por la mañana se dejan ver los personajes de Barrabás y Judas, que hacen travesuras a los visitantes.
Pero en el transcurso del día son los “penitentes” quienes se convierten en los personajes protagónicos por la forma en que pagan sus promesas al Santo Entierro.
Vestidos tan solo con un cendal y capucha, los fieles varones de Tzintzuntzan practican una inusual forma de penitencia que consiste en correr alrededor del pueblo con el rostro cubierto mientras se infligen diversos castigos físicos.
En esta ancestral muestra de fe sobresale el uso de grilletes en los tobillos, instrumentos que les quedan tan ajustados que no les permiten apoyar toda la planta del pie en el piso, obligándolos a correr de puntas.
Además, algunos amarran lazos desde sus muñecas hasta la cadena que une los grilletes, pasándolo por sus partes nobles y otros añaden a esto una especie de fuete con clavos en las puntas para castigar sus espaldas en el trayecto.
Se dice que los grilletes pertenecieron a los antiguos conquistadores ibéricos, que los utilizaron para traer y controlar esclavos en la Nueva España.
Como las mandas solo se valen si se practican con los instrumentos originales, los últimos participantes deben esperar a que alguno de los primeros concluya su ruta de penitencia para tomar de él las herramientas de tortura.
De manera simultánea, durante el día se realizan las representaciones de «la judea» con el Prendimiento de Cristo y los tribunales de Herodes y Pilato, mismos que concluyen con la condena de Cristo, para dar inicio al Vía Crucis que recorre las 14 estaciones alrededor del gran atrio parroquial, en el que también intervienen las imágenes de los personajes bíblicos.
El acto concluye con la Crucifixión y Muerte de Cristo y el Sermón de las Siete Palabras.
Cabe destacar que en la crucifixión se utiliza un Cristo de pasta de caña con goznes del siglo XVI, así como Dimas y Gestas, los dos ladrones, siendo el único lugar que conserva las figuras del Calvario de pasta de caña, como solía haber en las parroquias de la región en los inicios de la evangelización.
Al atardecer se lleva a cabo la Procesión del Santo Entierro, al que acompañan numerosas imágenes de personajes bíblicos y de Cristo, haciendo un recorrido por las principales calles de la población.
Ya en la noche inicia la velación del Santo Entierro, con rezos y cantos, mientras que todos los fieles acuden con velas encendidas.
En Pátzcuaro, además de “la judea”, por la noche se realiza la Procesión de Imágenes de Cristo, antiquísima tradición en la que participan numerosas comunidades de la ribera e islas del Lago.
Hombres y mujeres llevan los Cristos de diferentes tamaños mientras entonan saetas, antiguos cantos que forman parte de esta tradición.
Los Cristos son de pasta de caña, técnica realizada por manos indígenas desde antes de la conquista española para la elaboración de sus dioses y luego de la conquista, para la de vírgenes y santos.
Sábado de Gloria
Conforme a la tradición católica, el sábado de Gloria se realiza la vigilia pascual y se conmemora el paso de Cristo hacia la resurrección, que en la mayoría de los pueblos michoacanos se proclama en ceremonia litúrgica a las 12 de la noche, mientras que el domingo es en general un día de fiesta, en el que se queman los judas y concluyen los ayunos.
La noche del sábado santo se realiza en Pátzcuaro la Procesión del Silencio, en la que participan generalmente personas del lugar, así como encapuchados que pertenecen a las antiguas cofradías, lo que da una gran solemnidad al evento.
El domingo es para Pátzcuaro un día festivo.
En Tzintzuntzan, por la tarde da inicio la bendición del Fuego Nuevo, el Cirio Pascual, el Agua Bautismal y los Santos Óleos, para concluir con la Misa de Gloria alrededor de las 12 de la noche.
El domingo por la noche, en casa de quien fungió este año como Centurión en “la judea”, se ofrece una cena con la asistencia de gran parte de la comunidad para designar a los nuevos cargueros, que serán los responsables de la organización de las celebraciones del año siguiente.
Domingo de Ramos
Durante la temporada vacacional de primavera, las tradiciones de Semana Santa constituyen un atractivo adicional para el turismo gracias al carácter único que poseen en comparación con otras entidades del país.
En el calendario católico la Semana Santa inicia con el Domingo de Ramos, fecha que recuerda la entrada festiva de Jesucristo a Jerusalén, aunque según La Biblia ese feliz evento fue seguido de sucesos trágicos que concluyeron con la muerte del Mesías.
A lo largo de todo el estado comienza una serie de actividades que van de las representaciones de pasajes bíblicos, la visita de los siete templos y la quema de judas, a la preparación de alimentos específicos para la temporada.
El Domingo de Ramos es en todos los pueblos del país el día de La Bendición de Las Palmas, porque según se describe en La Biblia, la gente arrojaba ramos y palmas a los pies de Jesús para darle la bienvenida a Jerusalén.
Procesión del Silencio
Misticismo y tradición en el recorrido de los cristos más importantes de la ciudad durante la Semana Santa. Las calles se engalanan con el colorido de banderines y nuevos estandartes que cuelgan de balcones y terrazas. Este día no sonarán las campanas, sino el toque de la matraca que se escucha al paso de la Procesión del Silencio. Comercios y hogares apagan sus luces en señal de recogimiento y sólo queda la luz de las velas alumbran el camino de esta procesión.
Se observan participantes que caminan descalzos en señal de que sienten el dolor de ver a Cristo fallecer, se escuchan cánticos breves y sentenciosos que refieren a los creyentes devoción y penitencia, mismos que son acompañados de una corneta como único instrumento musical.
Es todo un evento que atrae tanto a turistas de todos los países y habitantes de la región que desean una experiencia tradicional y profunda.
Quienes participan en la Procesión del Silencio deben estar bien preparados ya que el recorrido que se realiza por varias calles se hace con los pies descalzos, sin importar el estado del piso, ya que caminan por calles empedradas, de asfalto y de concreto, aunado a los obstáculos que se atraviesan en el camino, como pueden ser piedras, vidrios, astillas de madera, agua, entre otros más.
La vestimenta y el color de la misma es acorde con los años que tienen dentro de la Congregación, dando a conocer que quienes portan la capucha gris y la túnica morada son de nuevo ingreso. Quienes tienen de dos a diez años portan la capucha y la túnica morada, y quienes tienen más de diez años dentro de la Congregación, portan el color negro y los símbolos amarillos, además de tener el nombramiento de los Caballeros del Señor de la Tercera Orden. Previo a la procesión, los participantes hacen un encierro de poco más de doce horas con el fin de hacer oración privada, y es hasta las 19:00 horas que salen en procesión del Templo de San Francisco, cargando la imagen del Cristo de la Tercera Orden por las principales calles del centro de la ciudad, y la gente que acude a ver este evento lo hace con mucho respeto. En cuanto al significado de la vestimenta, se dijo que la túnica significa una vida cristiana responsable ante la familia y ante la comunidad religiosa.
El cíngulo (lazo) es para recordar el esfuerzo constante que se debe hacer para dominar cada día las pasiones y los vicios. La capucha es para recordar la necesidad que existe de reflexionar en silencio sobre la conducta. La vela es la luz de Cristo y sirve de guía para iluminar el camino de la vida. En esta procesión participa también La Dolorosa, que llora por su hijo crucificado, además de las mujeres que portan los implementos que se utilizaron para la Pasión del Viernes Santo.
ORÍGENES DE LA PROCESIÓN DEL SILENCIO
La Procesión del Silencio es una manifestación de devoción popular cuyo origen se encuentra en la edad media y que sobre todo en España, adquirió gran importancia durante los siglos barrocos XVII y XVIII.
Algunas ciudades españolas conservan aún esa antigua tradición, como Sevilla y Valladolid, por mencionar las más representativas.
En los pueblos conquistados por los españoles esta celebración de fe se encuentra muy extendida y México no es la excepción.
Durante la Procesión del Silencio se llevan por las calles esculturas alusivas a los eventos que se describen en la Biblia en torno al día de crucifixión y muerte de Jesús, destacando en ese sentido la imagen de “La Virgen Dolorosa”.
LAS SAETAS
En su significado formal, la saeta es un arma que consiste en un asta delgada y ligera, con una punta afilada, a manera de lanza, algunas veces corta para “impedir que cabecee al ser disparada”.
Pero en la tradición cristiana se le llama “saetas” a “las coplas breves y sentenciosas que, para excitar la devoción o la penitencia, se cantan en las iglesias o por las calles durante ciertas solemnidades religiosas como la Semana Santa”.
Entre las antiguas saetas sevillanas se encuentran las siguientes:
“Nuestra Madre dolorosa
se acerca entre mil luceros.b
Viene derramando graciasb
bajo el azul de los cielos”
“Míralo por donde viene
el Señor del Gran Poder.
Por cada paso que sangrab
nace un lirio y un clavel”
Y entre las saetas que se cantan en Morelia destacan las siguientes:b
“Cristo de las cinco llagas,
sangre de cinco agujerosb
llanto de cinco luceros
para lavarnos las plagas”
“Madre con siete puñales,
Virgen con siete dolores
haz que tus ojos de flores
laven mis culpas mortales”
“Están tristes los olivos en tu cielo de aceitunas.
La vida enciende el dolor
Lámparas votivas cantan
el Salmo del gran amor.
Así Dios ama al hombre:
los olivos están tristesb
de ver la faz del Señor”
Procesión de los Cristos
Al respecto, Enrique Soto González, cronista de la ciudad y escritor de libros sobre la historia, costumbres y tradiciones de Pátzcuaro, cuenta que esta procesión no es contemporánea, sino que se generó desde desde la época de Vasco de Quiroga, con el fin de evangelizar a los indígenas del siglo XVI.
Así como la Procesión de los Cristos hay costumbres que se siguen preservando, como es el Carnaval, que también fue utilizado con fines de la evangelización de los indígenas. Antiguamente, durante el Viernes Santo, sólo se presentaban dos cristos durante el recorrido, el de los españoles y el de los indígenas durante el recorrido se cantaban alabanzas en purépecha, lo que ahora no ocurre ya que la procesión se realiza en completo silencio.
Durante el evento que se lleva a cabo durante la noche del día que murió Jesús en la cruz, participan figuras de los templos de las parroquias de la ciudad, que son cristos monumentales, los cuales son cargados por varias personas durante el recorrido; también hay imágenes de la Virgen María que deben ser tratadas con sumo cuidado para no ser dañadas.
Como mencionamos anteriormente, sólo en dos municipios de Michoacán se lleva a cabo este evento, en Tlalpujahua, el miércoles previo al Jueves Santo, y en Pátzcuaro, el Viernes Santo.
Programa de actividades 2017
En Michoacán y en Pátzcuaro. Próximamente.